“¿No saben que ustedes son templo de Dios y que
el Espíritu de Dios habita en ustedes?”
1 Corintios 3:16, NVI.
De acuerdo al
Antiguo Testamento:
El templo
de Dios fue construido por el Rey Salomón, como parte de la promesa que Dios le
había hecho a su padre (David), la palabra nos describe en 1 Reyes 6 y 1 Reyes
7:23-51 como había sido construido el templo. ¡Imagínatelo! era un lugar con
tablillas de oro, basas de bronce; fuentes de bronce, un altar de oro, incluso
plata, oro y utensilios que David había dedicado. ¿Te lo imaginaste? Sin lugar
a dudas era un templo hermoso.
Cuando el
templo fue terminado,
“Entonces Salomón
declaró: SEÑOR, tú has dicho que
habitarías en la oscuridad de una nube, y yo te he construido un excelso templo, un lugar donde habites
para siempre”.
1 Reyes 8:12-13, NVI
Por tanto, para los israelitas el templo de Dios, era un lugar
donde la presencia de Dios se manifestaba y donde sus oraciones eran
escuchadas.
Era hermoso, pero luego de la muerte de Salomón el templo fue completamente
destruido.
Pero después, Esdras capitulo uno nos relata, que Dios despertó el
espíritu de Ciro rey de Persia y de muchos otros, y así se anuncio la
edificación de la Casa de Jehová Dios de Israel.
“Cuando
los enemigos del pueblo de Judá y de Benjamín se enteraron de que los
repatriados estaban reconstruyendo el templo del Señor, Dios de Israel, se presentaron
ante Zorobabel y ante los jefes de familia y les dijeron:
—Permítannos
participar en la reconstrucción, pues nosotros, al igual que ustedes, hemos
buscado a su Dios y le hemos ofrecido holocaustos... El pueblo de Judá
respondió:
—No podemos
permitir que ustedes se unan... Nosotros solos nos encargaremos de reedificar
el templo para el Señor... Entonces los habitantes de la región
comenzaron a desanimar e intimidar a los de Judá para que abandonaran la
reconstrucción”.
Esdras 4:1-4, NVI
Lo que paso en aquellos
tiempos, es muy similar a lo que atravesamos muchos cristianos ahora en día. ¡Y
el problema está en que no hemos meditado bien su palabra!
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